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miércoles 27 noviembre 2024, 04:11 PM Por: Diego San Román
Ni el Celtic ni el Brujas salieron satisfechos del resultado de Celtic Park, con un empate insuficiente para los dos, que mantienen opciones de clasificación para las eliminatorias de la Liga de Campeones, pero ya no tantas como antes, sobre todo para el conjunto belga, frustrado por el 1-1 de Daizen Maeda y ante un calendario temible: Sporting de Portugal, Juventus y Manchester City, este último fuera.
El punto le vale más al Celtic, con ocho unidades. Sigue por delante del Brujas, con siete. Y, sobre todo, con tres jornadas menos complejas por delante: Dínamo Zagreb, Young Boys y Aston Villa. Al conjunto suizo lo recibirá en Celtic Park, el lugar en el que sustenta su fe para creerse capaz de ir más allá de la primera fase. Ahí ya encadena 24 encuentros sin perder.
Por eso, la victoria de este miércoles era crucial para el Brujas, aunque no garantizba nada. El equipo belga enseñó sus cualidades, principalmente en la primera parte. No le intimidó Celtic Park ni su ambiente. Tampoco la secuencia de victorias del conjunto escocés, ganador de sus seis partidos precedentes o de 22 de los últimos 25. Ni su fortaleza en este territorio. El bloque verdiblanco había vencido 21 de sus 23 duelos como local más recientes.
El equipo belga lo tenía muy estudiado. Su encuentro estaba diseñado a la perfección desde la pizarra. La salida de balón, la presión arriba, la forma de encarar el choque... Le funcionó el primer tiempo. Después, no tanto. Cada vez que se puso en marcha para un ataque en la puesta en escena, el Brujas desbordó al Celtic. Precisión, movilidad, velocidad, ambición y, sobre todo, mucho trabajo previo de su adversario y del encuentro.
Se plantó unas cuantas veces en el área contraria, sin un remate claro hasta un zurdazo de Skov Olsen, pero con una sensación cada vez más y más inquietante para el grupo dirigido por Brendan Rodgers, que llegaba tarde casi siempre.
El 0-1, en cualquier caso, fue una calamidad de Carter-Vickers y el Celtic. En el fútbol actual, la predisposición innegociable en tantas ocasiones por salir con el balón jugado, sin un pelotazo, incluso cuando el agobio es más que evidente, implica riesgos. Lo padeció el equipo escocés y el central, con una desgraciada cesión atrás que se coló a la red, mansamente, junto al poste, porque su portero, Kasper Schmeichel, estaba en el otro palo.
No miró hacia atrás Carter-Vickers, cuando optó por un mecanismo tan habitual. No se lo imaginó el guardameta, que corría de antemano hacia el otro lado para dar una opción más clara de salida para su equipo. Una y otra decisión se conjuntaron en el gol en propia puerta que promovió un desafío mayor para el Celtic: levantar un 0-1 en contra en la Champions.
La reacción fue inmediata. El portero internacional danés reunió a todo su equipo sobre el césped, como un improvisado tiempo muerto de otro deporte. Y el Celtic despertó por la inercia del gol en contra, más presente en el campo contrario, menos vulnerable, mejor leído el duelo que perdía hasta entonces en el juego y el marcador. Y se acercó al empate en la misma medida que echó hacia atrás al Brujas, ya mucho menos clarividente hacia arriba.
Más equilibrado el encuentro, a la hora de partido Maeda se inventó el empate. Había perdonado antes el Brujas, con sendas ocasiones, frenado por una magnífica parada de Schmeichel a De Cuyper y un remate alto de Skov Olsen, cuando, de repente, el internacional japonés colocó su derechazo sin demasiado angulo en el otro poste. Golpeó al palo y fue hacia dentro. La respuesta de Jutglà, con gol, fue invalidada por fuera de juego.
EFE/Foto: EFE