¡Por fin! Haaland por primera vez le anota al Real Madrid pero su club pierde

Erling Haaland acabó con su maldición ante el Real Madrid, pero quien rió el último en la ida del 'play-off' por los octavos de final de la Champions League fue Kylian Mbappé, que acabó celebrando el postrero gol de Bellingham enfundado en su abrigo en una nube de jugadores madridistas.

Son los dos reyes del fútbol, los jugadores llamados a tomar el testigo de Cristiano Ronaldo y Messi, por lo que su duelo siempre llega rodeado de un halo especial.

Más aún si se atiende a la terrorífica estadística que el noruego presentaba ante los 'Blancos': ni un solo gol en cuatro partidos frente a ellos.

Solo dos pequeños equipos de su Noruega natal podían presumir de haberse enfrentado tantas veces con el rubio delantero y no haber visto perforada su portería ni una sola vez.

De todos los rivales a los que se había enfrentado en la Champions League al menos dos veces, 15, solo a tres no había marcado Haaland. A partir de esta noche son solo dos: Inter de Milán en dos partidos y Manchester City antes de ser fichado.

Haaland demostró este martes por qué como goleador pocos se comparan a él. Sometido a una intensa vigilancia por el dúo Asencio-Tchouaméni, que lo hizo con gran solvencia, sobre todo el canterano madridista, no gozó de grandes ocasiones, pero le bastó la primera que tuvo, en el minuto 19, para fusilar desde cerca a Courtois tras una dejada con el pecho de Gvardiol.

Cada vez que Haaland recibía, el público suspiraba. Ya fuese para descargar de espaldas o para galopar en una transición, el peligro se sentía, aunque no fuese la noche más inspirada de los de Pep Guardiola.

De nuevo estuvo letal para ejecutar el penalti que cometió de forma inocente Ceballos en el minuto 80, para llevar el delirio al Etihad Stadium. Dos goles en la bolsa, nada que alegar.

Pero si a Haaland se le caen los goles, a Mbappé no se le olvidará fácilmente una noche para recordar en Mánchester, en la que el Madrid, fiel a su espíritu, logró una de esas remontadas históricas que llevaron al francés a soñar con vestir la camiseta blanca.

El 'nueve' madridista tuvo oportunidades de todos los colores. Desperdició dos claras oportunidades al comienzo de la segunda parte, en las que disparó fuera algo escorado pero en posición franca.

Parecía tener la mirilla desviada. Irónicamente, su acierto de la noche llegó de la manera menos ortodoxa. Su remate a una gran asistencia de Ceballos tuvo el valor de despistar al portero precisamente porque salió de su tibia, lo que desvió la trayectoria.

Marcó el gol que le devolvió la confianza al Real Madrid y que le permitió llevarse un gran resultado para la vuelta en el Santiago Bernabéu.

Haaland acabó con la maldición, pero fue Mbappé quien se llevó el gato al agua.

Con información y foto de: EFE